Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución 2.5 Argentina conforme se describe en la página intitulada "Creative Commons". "No hay nada como escribir. Todo lo que haces es sentarte frente a la máquina de escribir y sangrar" (Ernest Hemingway).
sábado
domingo
1983
El retorno de la democracia con la elección como presidente de Raúl Alfonsín marcó la primera señal de esperanza tras las décadas trágicas que siguieron a 1955, siendo la piedra fundacional de los 40 años de democracia ininterrumpida (el récor de nuestra joven nación en la materia). Pese a sus falencias y a lo mucho que falta todavía, aunque un sector de la sociedad piense que es mejor que gobierne siempre el mismo partido, las transiciones son necesarias para oxigenar al sistema que requiere evolucionar aún más. Los cambios son inevitables por más rígido e inamovible que parezca un estado de cosas, bien demostrado está a lo largo de la historia argentina. Diciembre de 1983 marca un hito, tal vez él más relevante para el sistema democrático, dado que millones de personas (y no los miles que pregonan bajando un cuadro) concurrieron a sufragar por primera vez. El voto es la principal arma del ciudadano, por no decir la única, ya que el derecho a peticionar ante las autoridades (las manifestaciones, las acciones judiciales) puede no ser oído claramente. Pero el sufragio es contundente como la realidad, quita el velo del cuento en él que vivimos a través de la propaganda y coloca las cartas sobre la mesa (igual que en el truco se puede mentir una hecho hasta que la mano yace inerte sobre el mantel). Las palabras del entonces presidente de los argentinos (no de una secta) siguen resonando en el tiempo como lo que son, la esperanza en el fondo de la caja de Pandora y cuyos principios remiten mucho más atrás en el tiempo al Preámbulo de la Carta Magna de 1853. La justicia como principio democrático y no justa composición de intereses, aparece enunciada dos veces como la idea fundamental que ha de proteger al sistema representativo, republicano y federal de las vejaciones de los personalismos que siempre están de paso.
"Nos los Representantes del Pueblo de la Confederación Argentina, reunidos en congreso General constituyente por voluntad y elección de las Provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes; con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer á la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución para la Confederación Argentina".
sábado
Tormentas
Al regresar por la ruta arreciada por la tormenta debió colocar las balizas y reducir la velocidad dado que el aguacero había borrado por completo el camino, lo sentía no obstante debajo de los pedales de la máquina que lo conducía a su casa apartada del resto de la civilización. Horas antes, su amigo se asomaba por la ventana tirándole una mirada desaprobadora respecto al sonido de la corneta del último mundial que hizo sonar. Aquel hombre se calzó sus anteojos de sol, contempló que estaba más oscuro de lo que pensaba y al ascender al vehículo mencionó el paraguas que le faltaba.
Horas
después se encontraban viendo la cortina que el cielo le había arrojado al
mundo sobre su osamenta, a una mujer paseando al perro por la costanera y al
torrente hídrico que se buscaba al océano ahí cerca en un gris rematado por el
blanco de las olas rompiendo rumbo al sudeste. Volvió a su casa tras dejar al
amigo saltando del pavimento a la vereda con el adminículo negro recién
adquirido, despidiéndose una vez más hasta dentro de un instante (pésimo sería
saber que esta es la última vez).
Su
casa apareció no sin antes haber atravesado la olla formada en la encrucijada de
calles de barro y cemento, dirigiéndose al interior seguro en donde sus afectos
aguardaban. Pasó la siesta en medio del fresco que regalaba aquella tarde del
final de la semana, hasta que decidió volver al mundo de los vivos abandonando
a un Morfeo somnoliento. Notaría entonces que la chapa delantera de la nave blanca
no estaba, supuso que con toda el agua que caía en su incursión a Mar de Barro
debería haberse ido con la correntada.
Difícil
precisar, no obstante le vino a la mente aquella hondonada que los críos
cruzaban descalzos y regresó allí buscando un rastro imposible que el viento ya
había disfrazado. Uno de sus vecinos le dio la pista del paradero de aquel
pedazo de identificación que no valía salir a buscar apurado, pero lo hizo ya
que en el medio pretendía ver el desenlace de la tragedia entre Triperos y
Sabaleros. Atravesó las calles repletas de las manchas que el deseo concretado
de la lluvia les dejó, a perros que se amontonaban en las rejas uniéndose a los
demás que le ladraban a un meteoro que aún no llega y a los sonidos de la brisa
una vez que la calma vuelve. La mujer cuyas chancletas resbalaban en la tierra
lo guió un par de cuadras más hacia la salida, tornando con su búsqueda a la
vez que la pesadez de la humedad se acumulaba en el ambiente.
El
encuentro ya estaba 1 a 0 en Rosario a favor de Gimnasia, el héroe de aquellos
instantes convertía a los demás en villanos necesarios para la historia que se
contaba en la pantalla. Del lado opuesto, aquel considerado el enemigo a vencer
fallaba en su máxima de romper el cero y así llevar el asunto al alargue. Cinco
años antes, con un marco distinto, el ahora proclamado enemigo abría la cuenta
una tarde de domingo después de que lloviera el día anterior obligando a
posponer el encuentro. Por ironías del fútbol, la vida es un ámbito más
extenso, el sujeto cuyo remate pegó en el palo en la final de vuelta ahora se
volvía la figura salvadora marcando el gol que no fue.
En
medio de los dramas canalizados en el balompié el mundo no se termina allí y existe
la posibilidad de revancha, la oportunidad surgirá dado que se trata del fútbol.
Colón volverá.
viernes
Escampó
Es viernes, 01/12/2023, un año atrás llovía también pero no en la
proporción de este día que incluyó cortinas de agua, viento, oscuridad,
personas caminando en cortos y varios elementos más acordes a la situación.
Pero esto no iba a ser un obstáculo pese a estar molestando desde las 05:00 de
la mañana en cuanto comenzó a aclarar. El motivo es uno bien distinto, la obra
se encuentra terminada pese a que falta el ojo del protagonista y así
finalmente tras la numeración el asunto ha concluido.
Arrancó sin proponérselo un 15/07/2023 en la ciudad de Mar del
Plata, hacía frío, demasiado frío y las personas se apretujaban sus telas
intentando evadir la atmosfera gélida del sábado. En el subsuelo del hotel
Prince el desayuno presentaba a un puñado de sujetos que a las ocho y cuarto ya
buscaban una nueva taza de café, fue entonces que Alex soltó una de sus tantas
historias sobre la incursión eterna a la mente humana. El grabador comenzó a
hacer su trabajo, de ahí la primera de las preguntas y la consecuente oración
que la heredó:
—¿Cómo era el
lugar?
Una mole que
resuma burocracia.
El 16/07/2023
abandonamos el cobijo que nos brindaba La Feliz deteniéndonos unos momentos en
Mar Chiquita, un domingo en él que el frío había cedido un poco y un sol tibio
se asomó sobre la Ruta 11. Al día siguiente comenzaría a escribir las primeras
páginas, aunque enseguida vendrían las preguntas de manera que durante el
jueves 20/07 además del café de la mañana vino el almuerzo. Cada dos o tres
semanas nos veíamos en el mismo lugar, dándole vida a la historia sobre el
procesador cuya siguiente página aguardaba ansiosa.
El 09/11 el libro estaba listo en sus concepciones generales,
siguió la lectura de los textos nacidos en el invierno, el agregado de algunas
anécdotas más y en este viernes aguado el folio cubrió aquella masa de páginas
que se fueron con el sujeto que las generó. Hubo que leer bastante en materia
futbolera, dado que requería de información sobre partidos a lo largo de medio
siglo y más allá de esto la intención siempre ha sido contar la vida de los que
no salen en las biografías de próceres y héroes (o villanos).
Aquel que cae primero siendo reemplazado por uno que no se pone a
pensar el rol que desarrolla, dado que sin él no hay función.
Mi trabajo está terminado, al fin.
domingo
Odas eran las de antes (JMR)
Odas eran las de antes/
Con orcos y grifos emplumados/
Piero salió al parque
Con soquetes y chancletas/que prosaico/Cómo iba distraído se
enredó con la manguera/
Y maldiciendo se voló de palomita/
A visitar los pastos/
Por suerte la maceta había quedado a salvo/
Cuenta la leyenda que ahí llevaba ruda/
La botella de caña se la había tomado/
Fue a abrir la canilla, con su fuerza recia/
El sol y su puño fueron demasiado/
La canilla se hizo polvo en un instante aciago/después una
explosión líquida lo dejó empapado/El huargo ladraba, pensó que estaban
jugando/ Piero con algo de suerte halló la llave de paso/Detuvo el agua fresca
tras forcejear un rato/ Después se cambió las medias, la remera y renegó otro
tanto/achís! Digo ¡esto ha terminado!
martes
Atar (A vos)
A vos que te gusta la vigüela para andar matando penas, atando sueños a la cuerdas que se mantienen firmes en la tempestad que baja desde los cristales azules. A vos, que ves al mundo desde una taza de café más o menos siempre en la misma mesa cuya madera también cuenta historias. A vos, mi amigo, que hacés el viaje más peligroso a la sesera de los demás so pena de perder la cordura que atada a un hilo finito aún se mantiene. A vos, cuya alma es de La Ribera y Rioplatense, nacido en una urbe inquieta con los sueños corriendo a la par de los autos. A vos te digo, a vos, salí corriendo de ahí que no van a aprender más. A vos.
domingo
Encuentro
Descendí sin decir adiós a nadie, suficiente era con el viaje extremadamente largo que parecía no querer ponerle fin a la tortura y así tomé la decisión de largarme dado que esta etapa estaba agota hacía demasiado tiempo. Después nos perdimos en medio de Región Pampeana con sus matices verdes, amarillos y celestes, buscando el camino que nos depositara en la ciudad convulsionada por la pelotita. Fue Oshovia la que lavó la malasangre con su frío bajando de las montañas y los largos días con poca oscuridad, sólo así se puede regresar de la infestación de estúpidos que se refugian en su falta de cerebro. Los meses se evaporaron hasta contar nueve, allí vino la invitación a la cena en un sitio que evoca a Mendoza para que ciertos rostros reaparecieran, con el loco por fuera gritándole incoherencias a la noche hasta que simplemente fue una anécdota más.
lunes
Esquina Palenciano
La amoladora deja una marca sobre la pared borrando la herida que la pésima labor dejó, recubriendo luego aquellas arterias con material mezcla de arena oscura y de pimienta que comienzan a estirarse. Será el momento de dejar la superficie pulida una vez más, retornando a aquel rincón las máquinas que representan al pasado de aquel usuario que traen al mundo junto con su amigo al caer la noche. Las partidas se suceden riéndose durante un buen rato, para después fundirse en un sueño que los lleva del sol a la lluvia y los dos caminarán en ella.
Primer año
Pese a que la madre y el hijo duermen aprovechando que el domingo se hizo para esto, el sujeto no puede evitar tomar una fotografía de aquel momento para reírse con su cómplice durante la noche una vez que la distancia los ha vuelto a separar. Antes nos veíamos la mayoría de los veranos, ahora nos encontramos de vez en cuando en el otoño de nuestras vidas pese a que la primavera se acerca como una nave al puerto y desea hacerse sentir en los corazones, por lo menos. Nos hemos sentado escuchando pedazos de una lengua que hablaban nuestros abuelos, padres y madres, quedando ellos en cada uno de nosotros como bien ha escrito mi prima al pie de la fotografía que nos retrata.
sábado
Reunión
domingo
Haciendo fuego
El fuego es un ser vivo, respira y se consume todo lo que está demasiado cerca de él, nos calienta durante las noches frías siendo motivo de reunión ante las sombras que se apartan de sus dominios y también genera ciertas elucubraciones cuando uno se ha quedado solo viendo al interior de la pira que arde con la misma pasión que nuestras vidas. El libro aguarda que se avance en un capítulo más, la perra viene a ver qué puede llegar a recibir una vez que la carne yace sobre el asador, confundiéndose las funciones para que el cocinero sea nombrado así aunque a nadie le importe. La soledad de las páginas que pasan, otra presencia asoma de vez en cuando para ver el avance del menú de aquel domingo frío pero templado al lado del fogón. Del lado opuesto del cerco un comensal canino se acerca para esperar que le tiren algo, tanto como la lluvia que ansía la tierra en las épocas de calor tórrido obligándonos a estar dependiendo de las vueltas incesantes de una máquina que termina aturdiendo las mentes. Al final el almuerzo se irá para complacer a los espectadores, dejando que las brasas se ocupen de las partes que se han resistido hasta que estas también tomen su lugar sobre la porcelana y toque guardar los elementos de esta obra colosal.
sábado
Santos
La ruta estaba despejada, no así el cielo que se cayó encima del mundo durante gran parte del trayecto y así fue una soledad hídrica de color gris en un telón que no parecía tener fin alguno a excepción de esperar que el mal momento se pase. El conductor, Óscar para los amigos, apretaba el volante del rastrojero que no pasaba de los ochenta kilómetros por hora dada la condición de la pista sobre la que se desplazaba. A su lado la esposa charlaba con su madre, algo que habían hecho desde que empezó a moverse el vehículo y no tenían intención de cesar en su hábito. Cruzaron un camión que igual que ellos se encontraba hasta ese instante solo, recibiendo una lluvia que empañó el parabrisas y evitó contemplarán la mancha de agua que se hallaba más adelante. El automóvil hizo entonces un giro quedando cruzado de la mano contraria, la suerte estaba de su lado dado que la mole ya se había perdido en la bruma que los precedía y allí notó el piloto que la cháchara cesó por arte de magia contemplando el rostro de su suegra. Los santos que pedían de su cuello habían sido sofocados durante el mal trago, aunque llegaron todos ilesos a Pehuajó.
Visitas
La
sopa estaba lista, una buena forma de combatir el frío que como un invasor se
hace sentir después del viento y la lluvia. Sin embargo anoche la ventisca no
impidió que encendiera el fuego una vez más ahí en el fondo de casa, las ramas
que el temporal dejó tiradas sirvieron para alimentar a la bestia a la espera
de que los viajeros llegaran. Vino de por medio, anécdota que va y vuelve, un
buenas noches de dos de las personas y el sitio quedó para rememorar las épocas
de estudiantes apretujados junto a una computadora en la que la fantasía se
despliega. La medianoche se fue sucediéndola tres horas y medias que culminaron
con el dúo riéndose de cualquier cosa, yéndose a dormir en una casa cuyos
únicos sonidos a esas alturas eran las de las teclas siendo usadas como botones
de un arcade imaginario.
jueves
El dragón de papel
Mario despertó en la soledad de su cuarto contemplando a los planetas en suspensión sobre su cabeza, giro un instante la misma para notar que las primeras luces de aquel sábado de invierno se filtraban por la celosía e impulsado por un resorte etéreo se levantó calzándose las pantuflas con forma de perro San Bernardo. De los nueve planetas, aunque la profesora de geografía dijo que a Plutón lo degradaron por petiso, Marte era el único que había recibido el impacto de un asteroide que bajo la forma de una paloma invadió el recinto durante la mañana del día homónimo como forma de ironía cruel. La alimaña fue espantada con un artefacto de última generación llamada escoba, quedando como resultado de la gresca con la señora Ares (madre de Mario) una taza sin un asa que debió ser arrojada a la dimensión del descarte, dos cuadernos de dibujo que volaron por la ventana siguiendo a la invasora y un reguero de lapiceras semejantes a lanzas abandonadas en el campo de batalla. Ahora el anteriormente Planeta Rojo era un bollo sobre la mesa de trabajo, Mario encendió la luz que tenía en un rincón junto a sus historietas y comenzó a desenredar la maraña. Alisó el papel con sumo cuidado, ya que estaba visiblemente gastado, sabiendo que los habitantes imaginarios de ese globo carmesí no volverían a tener un hogar, tal vez habrían ya emigrado al cinturón de asteroides que representaban las bolitas de tergopol pintadas de marrón. Le pareció notar por el rabillo del ojo un leve destello de los propulsores de aquellas naves atestadas de marcianos visiblemente enojados, aunque su condición de gente pacífica les hizo reflexionar enseguida sobre la idea de tomar represalias contra la Constelación de Zurita. Regresó a la contemplación de la hoja ya con su forma original, recorriendo las líneas de las noticias que encerraba aquella página convertida una vez en astro. La crónica de una guerra de palabras entre los mandatarios del globo era descripta ahí por el año 2000, precisamente el primero de enero, época en la que sus padres aún no se conocían y él decididamente no estaba por aquí. El cambio de siglo y de milenio, más allá de que algunos amarillistas negaban tal situación, no representaba una mejora en las relaciones diplomáticas de las naciones que seguían resolviendo sus disputas igual que en eras arcaicas. El Y2K no había ocurrido, los relojes resistieron el paso de 1999 al 2000 sin retrotraerse a comienzos del siglo anterior. El caos vaticinado se quedaba en un amague con la civilización siguiendo en su lugar, increíblemente temerosa de cuestiones que el conocimiento debería haber descartado y recurriendo a cábalas para evitar la mala suerte. Casi un cuarto de siglo después contemplaba la locura del pasado con el registro de una hoja que fue planeta primero para volverse despojo luego. Acorde con el horóscopo tocaba nuevamente el año del dragón, de ahí que comenzara a plegar la lámina una vez más hasta darle la forma de aquel réptil ancestral y colocarlo en el sitio que poseía el extinto planeta. Lo sopló, hecho lo cual se largó escalera abajo rumbo a la cocina que yacía en silencio amortiguados sus pasos por el calzado mullido que vino en el cumpleaños anterior. Tomó una taza de repuesto sirviéndose el café que su padre acostumbraba a beber alrededor de las ocho de la mañana en los fines de semana, hasta que en el recipiente quedaba un trazo que se dedicaba a interpretar. Volvió a la comodidad de su habitación para encontrar que la bestia en efecto ya estaba invadiendo otros planetas con la intención de dejar su sello en ellos, de ahí que en Júpiter los rayos no pararan de volar hacia el espacio infinito provocando un efecto semejante al de las luciérnagas en las noches de verano apacibles. Las rocas del viejo cinturón vagaban por la bóveda impactando sobre las superficies de los astros para emular a las esferas de plata que Mario contempló en una sala de videojuegos, sitio al que su padre iba antes de ser adulto y aburrirse con los demás. Uno de aquellos bólidos pasó a través de un agujero negro emergiendo en otra dimensión de aquel espacio hogareño y destruyendo machimbres y tejas para perderse en la mañana que estrenaba los primeros fríos obligando a los eternautas a salir debidamente abrigados. Aquello le pareció bastante normal dada la naturaleza de su mundo en constantes conflictos, dedicándose a sorber de a poco el líquido negro mientras su creación usaba los anillos del mayor de los planetas como autopista. Lo perseguían los antiguos pobladores del mundo color de arcilla equipados con vehículos adquiridos en las rocas voladoras, los jovianos montados sobre rayos y los neptunianos en olas terroríficas. Pese a toda la agitación esta cesó al abrir la mañana definitivamente, la que trajo una visita al cuarto hallando al pequeño aún durmiendo y la taza bajo la gotera de la canilla. El dragón de papel ocupaba su lugar en la recreación del universo, soñando con poder lanzar una bola de fuego para verla perderse en el horizonte. Sin embargo dicho acto le estaba prohibido dado que se consumiría no dejando más que cenizas grises que caerían sobre la alfombra para hacerles compañía a las pelusas. Al despertar, el pequeño Mario, encontró a su padre ocupado en contestar correros, mensajes de diversos grupos, contenido sin sentido alguno más que hacerle perder el tiempo a uno. Por su parte mamá se había ido un rato antes a encontrase con sus amigas de la secundaria aprovechando que podía huir de las obligaciones semanales, las que en su infinita compasión le otorgaban un respiro. Pero sabían que volvería a la celda autoimpuesta, así que las acciones estaban bien protegidas por un ejército de adultos marchando a cumplir la tarea asignada la mayor parte de sus vidas. En la hamaca con las cadenas oxidadas Marco contemplaba al sol debilitado por los meses en los que se ajan las hojas, el último sonido de un grillo que ya sin orquesta improvisaba a capela en la fusión final del ciclo. La ventana de su recinto yacía abierta con las cortinas exhibiendo sus vestidos en la pasarela, asomándose a ver al mundo que apacible aprovechaba el sábado para visitar el oasis en él que encerró su alma e hipotecó la existencia. Entonces el dragón de papel descendió de esas alturas y le habló por vez primera:
—Ves,
mis líneas son de tinta aunque cuentan la historia de otros que ya han pasado
por aquí. Soy la crónica de una época antigua ante los ojos del presente,
mañana seguiré siendo pasado junto con hoy. ¡Qué rápido que olvidan!
—Mi
alma clama escapar de la condena que los adultos impusieron a los adultos,
desde que el tiempo tiene el significado que los hombres le dieron. Siento que
los días se desgranan siendo necesario aprovechar el instante dado que no
regresará.
—Mientras
hablamos mi tinta se borra de la misma forma que la sangre que corre por tus
venas, que sea tu elección aquella en la que las jornadas se consuman igual a
mi último aliento.
Y
entonces, habiendo hablado por última vez, el dragón lanzó una bola de fuego
que lo convirtió en pavesa ante los ojos de Mario que ya no era tan pequeño.
Consumió su vida en un aliento final, devolviéndole el calor al sol que guardó
el recuerdo de aquel ser diminuto.
Así es cómo alberga mi calor en estos días que escribo, siendo que encontré una salida a la cadena perpetua invirtiendo mi tiempo en letras que son versos candentes protegiéndome de la inclemencia de un mundo sin empatía.
martes
CALIDEZ
Mientras las dos mujeres buscaban algo más que agregarle a la cena él se quedó escuchando el sonido del subterráneo, deslizando el cuchillo sobre el embutido cuyo olor se percibía a través del papel y aguardaba sacar a la luz aquella masa blanca envuelta en una cáscara amarilla. El día ya había cedido su trono a la noche, el pan blanco debajo de la costra marrón se mezcló con los demás mientras los tres compartían aquel momento que para muchos era algo poco cotidiano.
lunes
Sueño
domingo
Asesino
El detective Expedito González acudió a la escena del crimen aquel primero de mayo para toparse con un verdadero desastre, el cazador yacía muerto sobre la fría tierra y su arma no había sido disparada. Parecía que la presa usó un objeto contundente para deshacerse de la víctima invirtiendo los roles, situación esta que jamás en sus veintiséis años como policía había encontrado. Por norma general los delitos de este tipo culminaban con un baño de sangre, restos por todas partes y elementos suficientes para poder perseguir al autor. Aquí sólo se hallaban unas cuantas líneas alejándose de la escena que indicaban el uso de una rama para esconder las huellas, llevándolo hasta un claro con un único árbol ahí a lo lejos. El terreno en esta zona se volvía pantanoso, propio de las cañadas que rodean a Plaza Galo y son habitadas por carpinchos además de otros especímenes. Se dirigió hasta la planta vieja que identificó como un fresno, ejemplar que se parecía bastante al que con su suegro habían plantado en el frente de la casa y que presentaba los primeros brotes de la primavera anunciándose. No había más rastros por aquel lugar así que se apoyó sobre el tronco acariciando las estrías que presentaba por la labor de los elementos, así estuvo un rato hasta que decidió alejarse. Se encontraba cruzando el último pedazo de terreno con greda y agua cuando una idea le vino a la mente, era alocada como la mayoría de las veces pero tenía razón de ser si se podía permitir llamar a su elucubración razonable. El árbol era el asesino, sin lugar a dudas, y la lluvia había lavado los restos de sangre del cazador que cometió la tontería de meterse en aquel lugar alejado de la luz. Aunque no podía probarlo, las huellas no habían sido alteradas sino que eran las raíces del monstruo que no toleraba más la matanza de los suyos por parte de los humanos. Mucho menos la caza indiscriminada de aquellos que no buscaban alimentarse sino tener el trofeo en una fotografía, nadie le creería así que se alejó del lugar. El expediente sería caratulado como "Averiguación de causa de la muerte" y archivado tras cinco años, regresando Expedito a aquel páramo una vez que se jubiló para notar que el fresno ya no estaba. No había señales de tala alguna o el viento y la garúa le habían jugado una mala pasada. ¿Cómo saberlo?
Familia
El viento se dedica a repetir su melodía de antaño entre los rincones de la casa, en el primer piso llama a los recuerdos de este día para que no se escapen tan rápido y les compone una oda. Junto al fuego de Prometeo le hemos hecho frente al vendaval que se mete debajo de la ropa sin piedad alguna, bebiendo la tinta roja en dos copas pequeñas previo emisario de un pedazo de queso hacia las entrañas que agradecen la consideración. Luego el festín, los aquí reunidos se vuelven a ver las caras tras casi un lustro en los que hubo muchas sombras, desterrando a las mismas para que las llamas las consuman y podamos descansar sin estar agobiados por todo aquello que nos ocurrió retornando las risas a los espacios vacíos.
lunes
1942 y Grand Splendid
1942
En puntos distantes se
levantan ambas estructuras, sin embargo no serían nada de no ser por la energía
vital y el alma que sus creadores les insuflaron. Vieron pasar millones de
historias de vida, amanecieron junto a la ciudad así como la ruta que las
separa pese a que una puede ver a la otra desde el atalaya, de ahí el nombre,
en tanto que la citadina posee un corcel que la lleva a todas partes menos a
beberse un café con la hermana desconocida cuya gemela se burla desde el otro
carril aunque ello sea pasajero.
GRAND SPLENDID
Cuesta arriba, sin
importancia a los que huyen vaya uno a saber a dónde, hasta que nos encontremos
con las columnas del cine café que no proyecta sino historias en anaqueles
alternando épocas de la humanidad. Un solitario vigía aguarda cerca del cielo
con los cabellos cenizas, la bóveda refleja el sello de Nazareno, extraviados
entre las hileras buscamos la luz en medio de la batalla cuyas hojas resuenan.
miércoles
Adela
A un costado de la transitada autovía yace la vieja posada con su fachada intacta y el corazón en el interior ardiendo bajo la forma de una salamandra lustrosa, una copa de vino y otra de agua sacian la necesidad de reposo tras tantos viajes. Las fotografías de Carlos Gardel adornan el santuario del alguna vez coleccionista, épocas que se mezclan de manera tal que el océano del tiempo seguro está metido en el asunto y garabatea sus líneas inentendibles sobre el borde de la copa cuyo contenido carga por la boca rumbo a las entrañas.