jueves

Kcymaerxthaere, un universo paralelo que puedes descubrir viajando por toda la Tierra

El avión descendió entre las montañas de la Tierra del Fuego produciendo una sacudida que a más de uno le generó problemas gástricos, teniendo que dejar de lado el ataque programado a la centolla. La ciudad de Oshovia alternaba turistas como días soleados y nublados, los veinte grados del primer domingo fueron una exageración para la mayoría acostumbrada a temperaturas más bajas. El clima variaba rápido con vientos que sorprendían a los viajeros al cruzar las esquinas, nubes gruesas cubriendo el cerro de Susana y la bruma que hacía desaparecer de un pincelazo los picos más lejanos. Aún así decidieron aventurarse hacia la Laguna Esmeralda, teniendo que conseguir el calzado necesario ya que el ascenso planteaba sus exigencias. La camioneta blanca los pasó a buscar el martes temprano, integrándose al grupo de expedicionarios que provenían de distintas partes del mundo e intercambiaban mensajes en idiomas varios. Depositados en la entrada al Valle de los Lobos el contingente comenzó su periplo atravesando el bosque de lengas, provistos de un alfajor y una manzana envueltas en papel madera con el logo de la compañía: una hormiga equipada con los pertrechos de un legionario. La lluvia comenzó su canción siendo hamacada por las hojas de los árboles que jugaban con las gotas, hasta que estas se escurrían como lágrimas. Había leído que la presencia de hormigas era una rareza en el lugar, acostumbrado a tener que verlas invadir su casa pese a las precauciones que acostumbraba a tomar. Cruzaron una pasarela sobre la turba contemplando una enorme pila que le llamó la atención, parecía un antiguo basamento hecho con carbón fósil. El grupo en tanto ya dejaba la senda de madera para adentrarse en el segundo tramo de bosque, iniciando el ascenso de doscientos metros hasta toparse con su objetivo que parecía querer alejarse más y más. Se quitó los guantes acercando la mano desnuda a aquel monumento de la naturaleza, alcanzando a ver a una minúscula vigía con el fusil incluido justo antes de ser engullido por una colosal fuerza. Cuando despertó estaba rodeado de himenópteros enfurecidos, que sostenían diversas armas semejantes a la de los humanos justo frente a su rostro. Por algún motivo había quedado más pequeño que sus captores, siendo conducido por ante el tribunal del hormiguero que se ocupó de leer los cargos: destrucción de hogares, alevosía por el uso de agua hirviendo, empleo de veneno que las asesinadas confundieron con un dulce y puñetazos sobre las desprevenidas trabajadoras. Cincuenta mil años de trabajos forzados en el cementerio debajo del nido, siendo armado con un pico para luego ser llevado al sitio de su condena comenzando con la tarea de cavar los nichos. Cientos de ellas venían a diario para ser depositadas allí con honores, pétalos de rosas y malvones, condecoraciones con hojas rojas de lenga a las más valientes en la interminable labor de cruzar por el mundo de los humanos. Descansó un rato al lado de un manantial que le proporcionaba el medio para saciar la sed, él que a la larga le daría la fuente de escape al derrumbarse las paredes por una crecida en las montañas y ser arrasada la prisión. Se encontró cubierto de barro siendo observado por el guía que le dedicó un sermón por salirse del recorrido, olvidando todo ello al estar frente a la salamandra y un guiso de lentejas.    


Gracias a la gente de Publisuites por hacerme ver la luz del conocimiento, por lo visto no conocen las lengas ni la Tierra del Fuego. Nota aparte para las expresiones aún (incluso) confundida con aun (todavía) y fúsil (fusible) erróneamente asimilada a fusil (arma de fuego). Lástima que no soy un autómata, una pena que aquellos que leen no saben realmente qué significa escribir. Aius Locutius presta servicios allí. 


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