Hay una casa en medio del mar pero los barcos no han dado jamás cuenta
de ella, los ojos humanos únicamente ven las maravillas que dicen crear
ignorando cualquier otra cuestión obnubilados por el bombardeo de imágenes que
dejan a la conciencia sepultada. A su playa sólo llegan ciertos viajeros aunque
el hogar lo ocupa únicamente uno, abriendo en ocasiones la puerta para
contemplar el rostro esperado al que la marea forma con la arena como argamasa.
No son los ojos que busca, del color de la miel al derretirse, tampoco sus
movimientos delatan esos hábitos conocidos tras medio siglo de estar juntos
teniendo que aguardar ahora en el confín del mundo para que una tarde le traiga
la recompensa. Otras almas pueblan esas costas pero su puesto de observación
requiere de atención durante toda la jornada de sol, la luna es un recuerdo vago
pese a que ha sabido de algunos que atravesaron una temporada en la oscuridad
hasta conseguir la redención. Les quita a las tejas lo que parece ser el musgo
pero no es más que un reflejo del paraíso verde que yace debajo, nadie se
detiene a contemplar el espectáculo en la inmensidad celeste al tener la cabeza
siempre viendo hacia el ombligo. Casi nadie, los dos locos sentados en un café
han atisbado en un reflejo del sol a la obra que se les fuga a todos los otros
iniciando los planes del viaje que no ha de ser más que una transición al mudar
el cuerpo a lo etéreo. El sorbo final del café ya sabe a frío, la rutina se
deshace al entrar en ese contacto fugaz que quiebra a la semana en el miércoles
con las protestas del jueves ante la presencia de siete días sin resarcimiento alguno.
Dichos instantes no son más que un bálsamo en el lomo para tener que volver a
cumplir la condena impuesta, logrando apenas un puñado de trastornados salirse
del rol asignado para mirar como un meteoro a la enorme trampa azul que espera
se zambulla en lo profundo. En tanto en la isla imaginaria no hay ningún estruendo,
ni siquiera los rayos que yacen más abajo perturban la paz de aquel sitio cuyos
moradores se funden en un cuadro eterno mezcla de cielo y oleaje engullidos los
demás tonos ante la monotonía de los colores. Visto desde acá pueden aparecer
ciertas nubes, cúmulos que se desharán del traje para tornarse en los heraldos
de una tormenta que baña a los depravados contentados con repetir sus días en
una esperanza falsa llamada tiempo infinito. Luego vendrá el sol como siempre a
limpiar los restos de la matanza hídrica siendo que la manchas deben desaparecer
de una buena vez si bien la labor continúa porque los réprobos no se quieren
dar por vencidos. Los espera la cárcel de esta época que se presenta con la
fachada de la libertad pero no es otra cosa que una celda elegida libremente,
con las cargas impuestas que son la sentencia de condena teniendo que
encerrarse para estar rodeado de desconocidos que harán algo parecido para no
ser menos. Por detrás del ocaso se esfuman tales conductas con el sueño siendo
el último reducto del libre albedrío, dejándonos el sabor agridulce de aquello
que está al alcance de las manos pero se evaporará al sentir la alarma
llamarnos para cumplir con la tarea. Aunque la carne se resista hay que sortear
el obstáculo de las penumbras siendo que el tirano dorado ha regresado a sacarnos
de las lucubraciones que se nos aparecen más adelante en una curva, cobrando
sentido el hecho de largarnos a cualquier parte no contando para nada con la
intención que no deja que viremos hacia un lugar diferente ya que fuera de esos
hilos de metal hay un mundo que se moviliza. Mientras el vigía parece que ha
hallado en la lejanía a la destinataria de su dedicación a este asunto de barrer
la marejada notando que se alisa el campo de juego en un azul insondable,
semejante al de sus ojos jóvenes con los trigales en las alturas resplandeciendo
de la misma manera que al conocerse. Anda allá en el infierno de pastizales que
adornan las cañadas, recorriendo el cerco que la mantiene en los límites de su
cordura ante la añoranza de tantas partidas juntas que en el lado opuesto son
reencuentros.
Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución 2.5 Argentina conforme se describe en la página intitulada "Creative Commons". "No hay nada como escribir. Todo lo que haces es sentarte frente a la máquina de escribir y sangrar" (Ernest Hemingway).
sábado
Hogar en el mar
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