domingo

Kael

Yo conocí a un sujeto llamado Kael, 

los días de frío venía a darnos una mano

dejándonos chamuscados mientras las chispas

se elevaban igual que mariposas incandescentes.


Sí, yo lo conocía, muy metódico en sus labores

poniendo trampas en medio de los caminos

para que los desprevenidos se encontraran

con un problema más que resolver.


Experto en colocar defensas gastando sumas siderales

a costa de los hombros de sus huestes que apenas

atinaban a decir ¡Me encantaría!, 

aunque alguna poción extraña debían ingerir.


En caso de que alguien necesitara ayuda él se presentaba

dejando todo ardiendo ante las turbas enardecidas

que le arrojaban una lluvia de improperios

y de piedras, pese a estar muy lejos para saberlo.


Ardía en deseos de venganza pero en otras facetas

hurgaba pedazos de bienestar para los que aguardaban

en la casa ahí al fondo, más allá de las rejas que llevan

a un pasillo repleto de historias que resuenan.


Apaciguando la sed de llamas con un brebaje verde,

siempre preparado para la ocasión de que cierto visitante

venga sin aviso alguno tocando el timbre para hallar

el refugio que bastante bien conoce. 

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