jueves

Robótica

VSH 009, unidad ensamblada en Sudamérica, componentes diseñados en Bloemfontein, introducir órdenes.

El viejo director técnico, antes ingeniero y mucho más atrás jugador de fútbol, procedió a insertar la enorme tarjeta en la parte baja de la columna de esa bestia de metal la cual reaccionó al contacto de la misma procesando las instrucciones para luego ocupar su sitio en el hangar. Sus pares ya estaban en sus sitios a la espera de la batalla de la noche siguiente aunque siempre era la oscuridad la que cubría al mundo, el sol había sido privatizado así que esos que vivían en el espacio colonizado podían disfrutar del mismo. Bebería un café en el cuarto convertido en su cuartel general dado que la federación no podía costear más gastos que el traslado al enorme campo de juego, alguna vez ahí hubo una ciudad así como millones de personas que ahora disfrutarían en sus pantallas neuronales del cotejo en cuestión. Antes habían sido los gladiadores modernos armados con un balón parecido al de ese encuentro próximo, con publicidades en cada esquina del barrio de manera que los ojos del mundo estuvieran pendientes de estos hechos históricos. Pero al final el fútbol conocido por los seres humanos fue abolido, en su lugar alguien pensó que era una buena idea poner autómatas a realizar la tarea con una precisión de cualquier habilidoso. Miles de estrategia se concentraban en los bancos de datos haciendo que los actores principales las desarrollaran hasta alcanzar la victoria, con la demolición de la escuadra contraria dado que necesariamente había bajas y un montón de chatarra que vender a precio exorbitante. Sacó los viejos naipes españoles tan desgastados como la gorra que portaba salvo al irse a dormir, encendió uno de sus últimos lujos en ese momento de cavilaciones repasando los instantes de gloria lejana allá en la zona del Quequén Salado. Sus días de mediocampista de contención se habían terminado justo diez meses antes de que esa pasión fuera dada de baja, ya no servía para entretener a las nuevas generaciones que practicaban a bajo costo la destrucción de asteroides empleando las armas en desuso dado que nadie osaría quitarles la posición de privilegio que lograron entre las estrellas. Pero en la luna y la Tierra quedaban esos que siempre andan colgados del sistema, corriendo de atrás a un tren que raudo se manda a mudar en la siguiente curva no habiendo zorra que permita alcanzarlo, así que mejor conformarse con lo que  ha tocado. Alguien podría cumplir el rol de entretener a los bienaventurados, conquistadores del cosmos que deseaban momentos de distracción ante lo difícil que es mantener el estatus alcanzado sin esfuerzo alguno. Miles de naves partieron en la loca carrera por alcanzar Ganimedes, apenas una logró hacerse con la copa de la victoria cuya crónica se perdió en el vacío hasta que las conexiones entre la civilización nueva y la que quedó atrás se restablecieron. Los libros de historia, todos digitalizados por supuesto, darían cuenta de la hazaña que significó llevar la luz a ese mundo alejado de la misma aunque si había otras presencias nunca salieron en los créditos del documental vendido hasta agotarse.

T21542, unidad de construcción a distancia, descenso de maquinaria a la zona del encuentro a los fines de ultimar detalles, tiempo restante: dos horas y cuarenta minutos.

Los técnicos del rival monitoreaban el partido desde la seguridad de las alturas, él apenas consiguió una vieja patrulla que le permitía estar sobre el estadio levantado para la ocasión. Con la precisión tecnológica se habían hecho llegar los muros gruesos que conformaban el perímetro de la cancha, dibujadas con un láser las líneas que delimitarían la zona de juego. Los gigantescos arcos fueron colocados al final de la preparación, sin red de contención dado que el balón no iría a ninguna parte considerando la altura del recinto además de los dispositivos de seguridad que permitían saber la ubicación exacta de aquel objeto. Aparte de los recursos que disponía el equipo campeón existía una diferencia en los materiales empleados en la construcción de las bestias que pronto saltarían al campo de juego, sin mencionar la existencia de repuestos cuestión que el retador no poseía. Las celdas de combustible eran otra diferencia, aún los habitantes de ese viejo mundo se servían de los fósiles refinados en tanto que los del cosmos habían logrado almacenar cierta energía nueva lo que les daba una autonomía de miles de días. Varios partidos concluyeron antes por la explosión registrada en alguna de las unidades terrestres, sin que el resultado fuera ya relevante al quedar dañada más de una como consecuencia de la onda expansiva. Los de azul profundo eran visitantes en su propio mundo, de rojo el campeón que jugaría con el 1 en el arco, el 2 como único defensor, el 3 y el 4 en el mediocampo en tanto que el 5 era el solitario delantero. El retador tenía al 12 en la portería, el 2 y el 6 en la defensa, el 10 asistiendo al 9. El árbitro del cotejo era un holograma que se asemejaba a cierto juez del pasado, siempre atento a cualquier circunstancia que pudiera producirse y el sobreviviente de esos eventos dado que no poseía forma física. Sonó el silbato en un desierto absoluto, los ojos de la civilización se posaron en ese punto del espacio a eso de las 13:00 hs. del domingo igual que antaño. Los guerreros llevaban sus publicidades en cada movimiento del balón, siendo estas proyectadas directo al cerebro de los usuarios que un poco más tarde habrían adquirido algo que no necesitaban. El 3 quedó apilado junto al 10 desafiante haciendo que el referí detuviera la disputa, tiro libre directo para los invictos que fueron a buscar al área rival en tanto el 9 terráqueo bajaba a defender ese balón que como un meteoro caería buscando una víctima. Nadie sabía exactamente qué velocidad podía tomar la esfera ante la potencia de disparo de los miembros metálicos, alguno contaría por aquí que se habían visto impactar a un balón extraviado en la luna dibujándole un nuevo lunar. Incomprobable. El esférico terminó en manos del 12 que inmediatamente lo envío a la zona de disputa, ya el mediocampo era un yermo con las líneas borradas de tanta pasar sobre ellas las máquinas. El remate desde afuera del área fue contenido por el portero visitante, intentando un nuevo contraataque que moriría sin pena soportando una lluvia de proyectiles sobre el arco azul. El 6 empezó a soltar una serie de gases que pronto impregnaron la de por sí contaminada atmosfera, indicando que podría haber una detonación en cualquier momento. En el siguiente tiro libre ocurrió lo anunciado, todos los jugadores de campo quedaron esparcidos en lo que parecía un depósito de chatarra.

 

Lanzó el balón fuera de su área yendo detrás de él pasando esa divisoria que era una vía perdiéndose en la noche, nada más que dos jugadores frente a frente. Cargará entonces aquel que sabe deja la meta al descubierto intentando hacerse con el objeto más preciado que le ponga fin al cotejo, el reloj corre sin misericordia hasta que ya no hay tiempo. Sabe que viene a toda velocidad viendo ese marco lejano totalmente solo, ha calculado su rival con exactitud la maniobra de recupero pero se topará con esa gambeta que hizo chirriar los viejos engranajes pasando de largo con los propulsores a pleno. No obstante el esfuerzo habrá podido hacer un giro para derribar al 12 justo un segundo después que este le dé de zurda, quedando los dos enroscados en el barro de ese escenario. El árbitro aparecerá para señalar la mitad de la cancha en tanto por primera y única vez el uno es azul en el tablero que indica el final del encuentro.

Podrá el experimentado entrenador retirar a su último guerrero contemplando el desarme del recinto, la salida del 1 que ha sido desactivado y cargado con sus compañeros de equipo para ser vendidos de inmediato. No obstante el balón yace allí, el golero lo toma viendo la sombra de la nave gigante sobre esa niebla eterna pegándole con toda la fuerza que le queda entre los hierros y escapando raudo con el humano que lo trajo a la vida. La detonación ilumina el cielo, la explosión al precipitarse el navío se ve desde la otra punta de la galaxia, el velo semejante a un crespón ha desaparecido y el sol finalmente vuelto a la tierra de los libres.

Mientras bebe la única copa tras el almuerzo contempla a la vieja máquina marcar las líneas blancas que brillan en el domingo, ha regresado el fútbol en su formato antiguo al mundo de los locos así que en un rato se sentará en la grada en compañía del canchero que aún tiene el 12 estampado en su dorsal.

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