Cada vez que volvemos ellos están ahí aunque en ciertos casos son sus recuerdos dado el episodio de partida por tiempo indeterminado. Las casas al costado del camino contienen historias de esos que le hicieron frente a las inclemencias cuando los pastores aún no juntaban el rebaño y el sonido quedó lejos en la noche, aunque basta con esperar a que caiga la helada para sentir esa interpretación una y otra vez con más o menos público. La obra ha de reiterarse pese a que los concurrentes sean cada vez menos, los álamos detectan el llamado sacudiéndose el frío al agitar sus ramas cuyos mensajes fueron enviados y forman una capa debajo.
Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución 2.5 Argentina conforme se describe en la página intitulada "Creative Commons". "No hay nada como escribir. Todo lo que haces es sentarte frente a la máquina de escribir y sangrar" (Ernest Hemingway).
jueves
Robótica
VSH 009, unidad
ensamblada en Sudamérica, componentes diseñados en Bloemfontein, introducir
órdenes.
El
viejo director técnico, antes ingeniero y mucho más atrás jugador de fútbol,
procedió a insertar la enorme tarjeta en la parte baja de la columna de esa
bestia de metal la cual reaccionó al contacto de la misma procesando las
instrucciones para luego ocupar su sitio en el hangar. Sus pares ya estaban en
sus sitios a la espera de la batalla de la noche siguiente aunque siempre era
la oscuridad la que cubría al mundo, el sol había sido privatizado así que esos
que vivían en el espacio colonizado podían disfrutar del mismo. Bebería un café
en el cuarto convertido en su cuartel general dado que la federación no podía
costear más gastos que el traslado al enorme campo de juego, alguna vez ahí
hubo una ciudad así como millones de personas que ahora disfrutarían en sus
pantallas neuronales del cotejo en cuestión. Antes habían sido los gladiadores
modernos armados con un balón parecido al de ese encuentro próximo, con
publicidades en cada esquina del barrio de manera que los ojos del mundo
estuvieran pendientes de estos hechos históricos. Pero al final el fútbol
conocido por los seres humanos fue abolido, en su lugar alguien pensó que era
una buena idea poner autómatas a realizar la tarea con una precisión de
cualquier habilidoso. Miles de estrategia se concentraban en los bancos de
datos haciendo que los actores principales las desarrollaran hasta alcanzar la
victoria, con la demolición de la escuadra contraria dado que necesariamente
había bajas y un montón de chatarra que vender a precio exorbitante. Sacó los
viejos naipes españoles tan desgastados como la gorra que portaba salvo al irse
a dormir, encendió uno de sus últimos lujos en ese momento de cavilaciones
repasando los instantes de gloria lejana allá en la zona del Quequén Salado.
Sus días de mediocampista de contención se habían terminado justo diez meses
antes de que esa pasión fuera dada de baja, ya no servía para entretener a las
nuevas generaciones que practicaban a bajo costo la destrucción de asteroides
empleando las armas en desuso dado que nadie osaría quitarles la posición de
privilegio que lograron entre las estrellas. Pero en la luna y la Tierra
quedaban esos que siempre andan colgados del sistema, corriendo de atrás a un
tren que raudo se manda a mudar en la siguiente curva no habiendo zorra que
permita alcanzarlo, así que mejor conformarse con lo que ha tocado. Alguien podría cumplir el rol de
entretener a los bienaventurados, conquistadores del cosmos que deseaban
momentos de distracción ante lo difícil que es mantener el estatus alcanzado
sin esfuerzo alguno. Miles de naves partieron en la loca carrera por alcanzar
Ganimedes, apenas una logró hacerse con la copa de la victoria cuya crónica se
perdió en el vacío hasta que las conexiones entre la civilización nueva y la
que quedó atrás se restablecieron. Los libros de historia, todos digitalizados
por supuesto, darían cuenta de la hazaña que significó llevar la luz a ese
mundo alejado de la misma aunque si había otras presencias nunca salieron en
los créditos del documental vendido hasta agotarse.
T21542, unidad de construcción a distancia, descenso de maquinaria a la zona del encuentro a los fines de ultimar detalles, tiempo restante: dos horas y cuarenta minutos.
Los
técnicos del rival monitoreaban el partido desde la seguridad de las alturas,
él apenas consiguió una vieja patrulla que le permitía estar sobre el estadio
levantado para la ocasión. Con la precisión tecnológica se habían hecho llegar
los muros gruesos que conformaban el perímetro de la cancha, dibujadas con un
láser las líneas que delimitarían la zona de juego. Los gigantescos arcos
fueron colocados al final de la preparación, sin red de contención dado que el
balón no iría a ninguna parte considerando la altura del recinto además de los
dispositivos de seguridad que permitían saber la ubicación exacta de aquel
objeto. Aparte de los recursos que disponía el equipo campeón existía una
diferencia en los materiales empleados en la construcción de las bestias que
pronto saltarían al campo de juego, sin mencionar la existencia de repuestos
cuestión que el retador no poseía. Las celdas de combustible eran otra
diferencia, aún los habitantes de ese viejo mundo se servían de los fósiles
refinados en tanto que los del cosmos habían logrado almacenar cierta energía
nueva lo que les daba una autonomía de miles de días. Varios partidos
concluyeron antes por la explosión registrada en alguna de las unidades
terrestres, sin que el resultado fuera ya relevante al quedar dañada más de una
como consecuencia de la onda expansiva. Los de azul profundo eran visitantes en
su propio mundo, de rojo el campeón que jugaría con el 1 en el arco, el 2 como
único defensor, el 3 y el 4 en el mediocampo en tanto que el 5 era el solitario
delantero. El retador tenía al 12 en la portería, el 2 y el 6 en la defensa, el
10 asistiendo al 9. El árbitro del cotejo era un holograma que se asemejaba a
cierto juez del pasado, siempre atento a cualquier circunstancia que pudiera
producirse y el sobreviviente de esos eventos dado que no poseía forma física.
Sonó el silbato en un desierto absoluto, los ojos de la civilización se posaron
en ese punto del espacio a eso de las 13:00 hs. del domingo igual que antaño.
Los guerreros llevaban sus publicidades en cada movimiento del balón, siendo
estas proyectadas directo al cerebro de los usuarios que un poco más tarde
habrían adquirido algo que no necesitaban. El 3 quedó apilado junto al 10
desafiante haciendo que el referí detuviera la disputa, tiro libre directo para
los invictos que fueron a buscar al área rival en tanto el 9 terráqueo bajaba a
defender ese balón que como un meteoro caería buscando una víctima. Nadie sabía
exactamente qué velocidad podía tomar la esfera ante la potencia de disparo de los
miembros metálicos, alguno contaría por aquí que se habían visto impactar a un
balón extraviado en la luna dibujándole un nuevo lunar. Incomprobable. El
esférico terminó en manos del 12 que inmediatamente lo envío a la zona de
disputa, ya el mediocampo era un yermo con las líneas borradas de tanta pasar
sobre ellas las máquinas. El remate desde afuera del área fue contenido por el
portero visitante, intentando un nuevo contraataque que moriría sin pena
soportando una lluvia de proyectiles sobre el arco azul. El 6 empezó a soltar
una serie de gases que pronto impregnaron la de por sí contaminada atmosfera,
indicando que podría haber una detonación en cualquier momento. En el siguiente
tiro libre ocurrió lo anunciado, todos los jugadores de campo quedaron
esparcidos en lo que parecía un depósito de chatarra.
Lanzó
el balón fuera de su área yendo detrás de él pasando esa divisoria que era una
vía perdiéndose en la noche, nada más que dos jugadores frente a frente.
Cargará entonces aquel que sabe deja la meta al descubierto intentando hacerse
con el objeto más preciado que le ponga fin al cotejo, el reloj corre sin
misericordia hasta que ya no hay tiempo. Sabe que viene a toda velocidad viendo
ese marco lejano totalmente solo, ha calculado su rival con exactitud la
maniobra de recupero pero se topará con esa gambeta que hizo chirriar los
viejos engranajes pasando de largo con los propulsores a pleno. No obstante el
esfuerzo habrá podido hacer un giro para derribar al 12 justo un segundo
después que este le dé de zurda, quedando los dos enroscados en el barro de ese
escenario. El árbitro aparecerá para señalar la mitad de la cancha en tanto por
primera y única vez el uno es azul en el tablero que indica el final del
encuentro.
Podrá
el experimentado entrenador retirar a su último guerrero contemplando el
desarme del recinto, la salida del 1 que ha sido desactivado y cargado con sus
compañeros de equipo para ser vendidos de inmediato. No obstante el balón yace
allí, el golero lo toma viendo la sombra de la nave gigante sobre esa niebla
eterna pegándole con toda la fuerza que le queda entre los hierros y escapando
raudo con el humano que lo trajo a la vida. La detonación ilumina el cielo, la
explosión al precipitarse el navío se ve desde la otra punta de la galaxia, el
velo semejante a un crespón ha desaparecido y el sol finalmente vuelto a la
tierra de los libres.
Mientras bebe la única copa tras el almuerzo contempla a la vieja máquina marcar las líneas blancas que brillan en el domingo, ha regresado el fútbol en su formato antiguo al mundo de los locos así que en un rato se sentará en la grada en compañía del canchero que aún tiene el 12 estampado en su dorsal.