En
tu rostro pétreo es en donde traes la primavera, escondiendo detrás de los
tintes las fatigas de cumplir dos roles juntos y aspirando el aire marino en
tanto la sal te corta las comisuras, la lluvia no llega a esas zonas muy
seguido o culmina en una nueva frustración.
Pero
nada que todos esos cambios en la forma en la que te muestras al mundo no
puedan esconder, si nada está bien mejor esconderlo detrás de una sonrisa en
tanto empujas a tu tesoro hacia lo desconocido esperando en la costa el regreso
de esa excursión.
Puede
ser que un barco atraque en tu puerto pero enseguida se lanza a la mar una vez
más, dejándote abandonada mientras ves al sol escurrirse atrás de los médanos.
Empero
al otro día tendrás lista la armadura con la que salir a escena.