A vos que te gusta la vigüela para andar matando penas, atando sueños a la cuerdas que se mantienen firmes en la tempestad que baja desde los cristales azules. A vos, que ves al mundo desde una taza de café más o menos siempre en la misma mesa cuya madera también cuenta historias. A vos, mi amigo, que hacés el viaje más peligroso a la sesera de los demás so pena de perder la cordura que atada a un hilo finito aún se mantiene. A vos, cuya alma es de La Ribera y Rioplatense, nacido en una urbe inquieta con los sueños corriendo a la par de los autos. A vos te digo, a vos, salí corriendo de ahí que no van a aprender más. A vos.
Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución 2.5 Argentina conforme se describe en la página intitulada "Creative Commons". "No hay nada como escribir. Todo lo que haces es sentarte frente a la máquina de escribir y sangrar" (Ernest Hemingway).
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Encuentro
Descendí sin decir adiós a nadie, suficiente era con el viaje extremadamente largo que parecía no querer ponerle fin a la tortura y así tomé la decisión de largarme dado que esta etapa estaba agota hacía demasiado tiempo. Después nos perdimos en medio de Región Pampeana con sus matices verdes, amarillos y celestes, buscando el camino que nos depositara en la ciudad convulsionada por la pelotita. Fue Oshovia la que lavó la malasangre con su frío bajando de las montañas y los largos días con poca oscuridad, sólo así se puede regresar de la infestación de estúpidos que se refugian en su falta de cerebro. Los meses se evaporaron hasta contar nueve, allí vino la invitación a la cena en un sitio que evoca a Mendoza para que ciertos rostros reaparecieran, con el loco por fuera gritándole incoherencias a la noche hasta que simplemente fue una anécdota más.