PRIMERA PARTE.
I- A través de los calabozos.
Trepando, rápido, la oscuridad te alcanza.
Se engulló a tus camaradas y ahora
viene por ti.
La guadaña no distingue,
segadora de vidas que se
pierden como la luz en
estas mazmorras.
Debiste conservar el fuego,
pero que otro llevara la carga
era mucho mejor.
Ahora la única luz que queda
esta oculta aquí, bajo la tierra
no llega el resplandor de la luna.
Debes correr, sin importar nada más,
correr para poder vivir.
Sientes el sonido del acero rasgando
las paredes, las fauces se abrirán
para consumir la carne.
Nadie ha abandonado estas mazmorras
y nadie más lo hará,
cuando las cosas se ponen difíciles
los cobardes se muestran claramente.
Debiste conservar el fuego,
pero que otro llevara la carga
era mucho mejor.
Y ahora, cuando parece que el aire
se hace más limpio te das cuenta
de que algo está allí esperándote.
El amo suelta a las marionetas
pero guarda los lobos por sí
acaso, y éste merece soltar
la jauría.
Las piernas te traicionan
te has vuelto débil de alma,
apenas es un susurro
y otro despojo será echado
a las criaturas que moran debajo.
Debiste conservar el fuego,
pero que otro llevara la carga
era mucho mejor.
II- Guardián de la oscuridad.
Atrapado entre estas paredes,
éste es el sitio que ocupo,
lobo para el hombre y
para cualquier otra criatura.
Los pecados cometidos
no me atormentan,
respondo a una mano impiadosa
alejada de la bondad de los dioses.
Cada noche o ¿cada día?,
aquí siempre existe la oscuridad
que todo lo rodea, sacándole
brillo a la extensión de mis brazos.
El amo ha llamado, otro incauto trata
de escapar y como siempre estaré
esperándolo a mitad del camino.
Ingenuos, débiles como los de la
superficie, escapar de aquí es
imposible cuando estoy esperándolos
con mi acero, oscuro metal,
teñido siempre de rojo.
Las demás marionetas se mueven
chocando con las paredes,
apenas son unas polillas
ante los ojos de mi señor.
Sólo busco un espacio para segar,
un instante en el que sonreír
para luego contemplar como
los despojos son consumidos
hasta los huesos.
Nunca he encontrado a alguien
que me plante una verdadera batalla,
las armas, la carne, todo se desvanece
aquí para mí, guardián de los calabozos.
III- Rey de un mundo azul.
Nació bajo el brillo del sol,
príncipe encantado de un mundo
paradisiaco, las enfermedades,
el hambre, la pobreza
eran mantenidas tras los muros externos.
El pueblo subyugado, sordo y sometido,
la fe esconde la dominación
de la corona, derecho de sangre sí,
derecho de iguales jamás.
Padre, Padre, cubre de gloria
a tu hijo, coronado por el sol,
mientras purifica a los impíos
de esta, la primera estación
de tu reino.
Nacer rico, ser rey de éste mundo
hermoso y floreciente, a costa de
las vidas de los demás, blandiendo
una espada purificada por el humo
de un cirio.
Los malos espíritus están afuera,
aquí no entran los de sangre común,
sólo los pudientes, que son mejores
por tener de todo.
Sus almas merecen ser salvadas,
las de los demás son insignificantes
y la de un rey la más importante,
aún a costa del sufrimiento de otros.
Padre, Padre, cubre de gloria
a tu hijo, coronado por el sol,
mientras purifica a los impíos
de esta, la primera estación
de tu reino.
Ahora el joven rey clama la gloria pasada,
la que han cedido ante los que no
acatan su mandato divino
y el fuego debe purgarlos a todos.
Empezando por los que no pagan impuestos,
el derecho divino de la sangre clama
su justo pago y para ellos no habrá perdón.
Ahora, purificado el reino los ojos
codiciosos de más de uno claman
que reclame todos los tesoros
de esta tierra de ensueño.
Así ha de ser, un rey montado en un caballo
blanco, cabalgando contra la oscuridad
para capturar todo el oro disponible.
Un séquito de aduladores
esperando los beneficios,
las excusas sobran y justifican
la necesidad del oro.
Padre, Padre, cubre de gloria
a tu hijo, coronado por el sol,
mientras purifica a los impíos
de esta, la primera estación
de tu reino.
IV- Acero nórdico.
Con estos perros no es suficiente,
son sólo soldados ebrios que
se revuelcan en el barro con
las prostitutas.
Portadores de enfermedades,
nunca están suficientemente
alerta y así el reino ha caído
en la desgracia.
Terminar con ello, trayendo
el acero de otro parte y a
los lobos de la guerra.
Hombres recubiertos de marcas,
escudos redondos, marcando
una runa de guerra en cada espada.
Dispuestos a atacar, donde sea
y sin importar quién es el enemigo,
un relámpago cubre su andar.
Es la hora de la batalla,
dejando atrás el bosque
y buscando en los profundo
de estos calabozos,
las antorchas arrojan sombras
que ocultan la matanza.
Débiles, los esbirros de esta mazmorra
no son una verdadera oposición
para el metal de los guerreros del norte.
Así los cofres del rey se llenan de
oro, resplandeciente oro y
los cortesanos beben hasta el hartazgo.
Es hora de celebrar, que el pueblo
hundido en la miseria espere,
la revancha de los saqueados
los afectará primero a ellos.
Tras estos muros estamos seguros,
nadie se atrevería a venir a
asediarnos y a quitarnos lo que robamos.
¿Nadie?.
V- Fuego desde el cielo.
Las hordas del averno se han lanzado
a la caza de los tesoros perdidos,
al menos eso es lo que piensan los humanos
en el sopor de la carnicería que se avecina.
Los hombres del norte cobraron el botín,
largándose en sus naves dragón a mitad
de la noche y entonces el fuego cayó
desde el cielo, consumiendo los muros.
El rey dio la orden de contraatacar,
espada en mano, cubierto del vino
derramado y cayendo en el barro,
la túnica manchada, los cortesanos
estaban demasiado ebrios para asistirlo.
Sabios guerreros, ¿a dónde habéis ido?,
en esta hora de necesidad. Vuestro acero
era sólo pago, ya no hay honor en el saqueo.
Cada soldado, cada hombre de la ciudad,
los cuerpos se contaban de a cientos,
festín de los demonios, trolls y orcos
alimentándose de la cacería.
Lobos sueltos en la noche,
llamas y desolación, el reino azul
se volvió cenizas en un instante.
Pero el rey huyó, para pelear
otro día o tal vez noche,
escapando en un burro que venía
espantado ante la desolación.
Sabios guerreros, ¿a dónde habéis ido?,
en esta hora de necesidad. Vuestro acero
era sólo pago, ya no hay honor en el saqueo.
VI- Matando demonios.
No festejes demasiado,
pensaba que no existía
una verdadera oposición
y así fue por cientos de años.
Pero al regresar a la mazmorra
algo no estaba bien,
nada peor que encontrar
la guerra dentro de tu hogar.
El amo los sacrificó a todos,
para destruir a ese maestro del
elemento primitivo que no nos daba respiro.
Peor aún, golpeados por el fuego
que nos había creado, trayendo
a sus sirvientes para terminar
con todo.
Al final sólo queda el lobo,
las ovejas han huido
y por primera vez
desde que existo
puedo ver la luz atravesando
estos pasillos.
Un digno oponente ha aparecido,
su fuego no me asusta
mi guadaña no se acobarda
ante nada.
Cuando creo darle se escabullé,
pero al final obtendré mi premio
hundiéndole el acero en la
débil carne.
Viendo como desaparece en
un mar de chispas azules,
aunque la victoria será costosa
la sala del amo se desploma
aniquilándolo y con ella
todo el poder oscuro se escapa
por entre las grietas de
éste antiguo calabozo.
VII- Luz, paz y esperanza.
Prosperidad, ya no hay reyes
ni aduladores, los alfiles
se han puesto a trabajar
y engordan al igual que sus mujeres.
Nada de cortesanos,
una nación de iguales
gobernada por una asamblea
de hermanos en la batalla.
Ellos repelieron los restos
de las hordas de los avernos,
comprando espadas forjadas
por los hijos de Wotan
y así el mundo volvió
a recobrar su brillo.
Las aldeanas cantan al final
de la tarde, una canción dulce
y embriagante.
Padre Sol, tú nos has hecho
iguales para vivir en la tierra
de tu creación.
Destierra a las sombras
hacia los confines del mundo
y deja una señal en el cielo
para que los extraviados
la sigan.
Así ha de ser éste reino joven,
un paraíso en la tierra libre
de todos los males que la
corrompían, los que se fueron
cuando el fuego ascendió
al cielo.
Así ha de ser, ya no hay mal
y la magia se ha ido,
llevándose con ella al
último hijo de los dragones.
Así ha de ser, todo es paz, luz
y esperanza, todo es paz, luz y esperanza.
¿Todo?.
SEGUNDA PARTE.
I- La hora más oscura antes del amanecer.
Humanos,
puedo sentir su confianza en el aire
y toda esa prosperidad de la que
alardean.
Se han vuelto confiados,
no hay enemigo visible
pero no significa que no exista.
Debajo de sus narices,
cuando el sol se ha ido
la horda sale a reclamar
lo que es suyo.
Los fuegos se apagan en medio
de la noche, gritos que son acallados,
esta es mi mazmorra ahora
y no hay lugar para débiles.
Mi acero es mi símbolo,
con el reconstruiré éste calabozo
y lo extenderé debajo de aquel reino
hasta derrumbar sus cimientos.
Su confianza los matará,
pero mientras espero que eso suceda
me encargaré de que todo marche bien.
Desalojando a esos incautos moradores
de las rocas que han excavado demasiado,
sus martillos servirán para marcar el lugar
en el que caerán.
Y ahora, antes de que amanezca, afilo
la guadaña a la espera de la hora más
oscura para atacar.
El lobo se ha vuelto el Amo y
él sabe lo que es el miedo,
pronto lo sentirán en cada miembro
cuando vaya por ustedes.
Así será, tarde o temprano…
II- Sirvientes.
Lacayos,
han jurado servir
a la oscuridad.
Bajo la luz de la luna arrástrense
para que cuando salga el sol
den cuenta del botín.
Traigan la sangre joven
y la desesperación de los mortales
será grande, no son nada
comparados con mi acero.
Extiendo mis garras,
donde había cantos y dicha
sólo hay silencio.
Incluso guardare un último
placer para ese momento
de victoria.
¡Amo, amo,
comándanos!.
Cegadas nuestras vidas,
segaremos todo
en esta cosecha.
Amo, amo,
guíanos hacia la senda
de la perdición.
¡Amo, amo, guíanos!.
III- Nigromante.
Siento las corrientes de ira,
apoderándome de ellas y de
toda la rabia contenida.
La recompensa es enorme
la derrota sólo acarrea sufrimiento,
el Amo sabe cómo impartirlo
sin tocar la carne decadente.
El fuego ya no nos da calor,
sólo la batalla nos alivia el sufrimiento
de servir a la oscuridad que nos rodea.
Bolsas de metal dorado son arrastradas
hacia lo profundo, otras tantas victimas
van a parar a la mazmorra.
La existencia de un nigromante no es fácil,
no es vida, no es alegría, tan sólo traer
a los lacayos que nos han de servir.
Lacayos sirviendo a lacayos,
la antigua magia se ha vuelto corrupta
y esa mano impiadosa controla
nuestra voluntad.
Las sombras avanzan
la luz ha de extinguirse,
ser malvado, ser un nigromante,
eso es lo que elegimos con
nuestros actos vacíos de fe.
El sol no es más que un faro
que indica la perdición en la que
nos sumergimos, para gritar
con las fieras de la noche
cuando atacamos los hogares
indefensos de esos seres
de la superficie.
La recompensa es grande,
sirviendo en la eternidad
al Amo de la Mazmorra.
La recompensa es grande,
¿quién quiere servir en la
huestes del quebranto?.
Servir en las huestes del quebranto.
IV- El escalón del orco muerto.
No hay honor,
la civilización se cae en pedazos
y esos defensores de la luz
huyen aterrorizados.
El campeón ha llegado,
yendo a dar de bruces
a los calabozos
para descubrir cómo las
cosas giran a cada momento.
El hacha es negra,
el llamado de la horda se
acalló, sólo siento una voz
que comanda mis pasos.
Corriendo con los lobos,
la luna es apenas un resabio
del pasado que hemos pisado
y el alma atormentada yace
ligada a la oscuridad
de la que los humanos se ocultan.
El orco ha caído,
de su existencia sólo queda el recuerdo
y éste fiero acero nórdico
clamando beber más
cada noche que pasa.
Lejos están las montañas nevadas,
la Forja del Martillo
y el Fuego de Carrara,
lejos pero he de traerlas a la batalla
cuando incendiemos ese último castillo.
Gloria al orco caído,
que ya no recuerda porque pelea
pero la contienda está tan arraigada
como ese hacha a sus dos manos.
Y el huargo negro te mordisqueará
cada mañana al salir del cubil.
V) Enfrentando al Segador.
No comparto la gloria,
la he obtenido solo y le grito al viento
como un desquiciado desde la viga maestra.
Abajo el fuego crepita,
el reino de los hombres es sólo un recuerdo
y me apresto a reclamar mi botín.
Así que cuando la guadaña venga
a tomar su todo le discutiré
lo que me corresponde.
La gloria de la batalla se quemó
junto con los restos de mi humanidad
y sólo queda el combate.
Así que Segador Astado
es hora de que nos batamos,
no puede haber dos de nosotros
y eso lo sabemos demasiado bien.
Los aceros han de chocar,
el tuyo se dice que es oscuro y mortal
el mío tiene las marcas de las contiendas
anteriores, así que no te confíes.
El que caiga servirá al otro,
sólo puede haber un Amo en esta Mazmorra
y en éste trono de huesos de dragón
me sentare cuando en la superficie
la tarde empiece a caer.
Entonces te enviare a reclamar
los tesoros que aún quedan en lo alto.
Una pequeña dedicatoria a esa obra de arte
llamada “Dungeon Kepper”, creada por Eloctronics Arts por medio de Bullfrog.