domingo

Odas eran las de antes (JMR)

Odas eran las de antes/

Con orcos y grifos emplumados/

Piero salió al parque

Con soquetes y chancletas/que prosaico/Cómo iba distraído se enredó con la manguera/

Y maldiciendo se voló de palomita/

A visitar los pastos/

Por suerte la maceta había quedado a salvo/

Cuenta la leyenda que ahí llevaba ruda/

La botella de caña se la había tomado/

Fue a abrir la canilla, con su fuerza recia/

El sol y su puño fueron demasiado/

La canilla se hizo polvo en un instante aciago/después una explosión líquida lo dejó empapado/El huargo ladraba, pensó que estaban jugando/ Piero con algo de suerte halló la llave de paso/Detuvo el agua fresca tras forcejear un rato/ Después se cambió las medias, la remera y renegó otro tanto/achís! Digo ¡esto ha terminado!

martes

Atar (A vos)

A vos que te gusta la vigüela para andar matando penas, atando sueños a la cuerdas que se mantienen firmes en la tempestad que baja desde los cristales azules. A vos, que ves al mundo desde una taza de café más o menos siempre en la misma mesa cuya madera también cuenta historias. A vos, mi amigo, que hacés el viaje más peligroso a la sesera de los demás so pena de perder la cordura que atada a un hilo finito aún se mantiene. A vos, cuya alma es de La Ribera y Rioplatense, nacido en una urbe inquieta con los sueños corriendo a la par de los autos. A vos te digo, a vos, salí corriendo de ahí que no van a aprender más. A vos.





domingo

Encuentro

Descendí sin decir adiós a nadie, suficiente era con el viaje extremadamente largo que parecía no querer ponerle fin a la tortura y así tomé la decisión de largarme dado que esta etapa estaba agota hacía demasiado tiempo. Después nos perdimos en medio de Región Pampeana con sus matices verdes, amarillos y celestes, buscando el camino que nos depositara en la ciudad convulsionada por la pelotita. Fue Oshovia la que lavó la malasangre con su frío bajando de las montañas y los largos días con poca oscuridad, sólo así se puede regresar de la infestación de estúpidos que se refugian en su falta de cerebro. Los meses se evaporaron hasta contar nueve, allí vino la invitación a la cena en un sitio que evoca a Mendoza para que ciertos rostros reaparecieran, con el loco por fuera gritándole incoherencias a la noche hasta que simplemente fue una anécdota más. 

lunes

Esquina Palenciano

La amoladora deja una marca sobre la pared borrando la herida que la pésima labor dejó, recubriendo luego aquellas arterias con material mezcla de arena oscura y de pimienta que comienzan a estirarse. Será el momento de dejar la superficie pulida una vez más, retornando a aquel rincón las máquinas que representan al pasado de aquel usuario que traen al mundo junto con su amigo al caer la noche. Las partidas se suceden riéndose durante un buen rato, para después fundirse en un sueño que los lleva del sol a la lluvia y los dos caminarán en ella. 

Primer año

Pese a que la madre y el hijo duermen aprovechando que el domingo se hizo para esto, el sujeto no puede evitar tomar una fotografía de aquel momento para reírse con su cómplice durante la noche una vez que la distancia los ha vuelto a separar. Antes nos veíamos la mayoría de los veranos, ahora nos encontramos de vez en cuando en el otoño de nuestras vidas pese a que la primavera se acerca como una nave al puerto y desea hacerse sentir en los corazones, por lo menos. Nos hemos sentado escuchando pedazos de una lengua que hablaban nuestros abuelos, padres y madres, quedando ellos en cada uno de nosotros como bien ha escrito mi prima al pie de la fotografía que nos retrata. 

sábado

Reunión

Fuimos aunque el sábado no acompañaba, la lluvia se anunciaba con una garúa tímida y al comenzar el almuerzo se soltó. La tierra se humedeció dejando el aroma a renovación en el aire, que se mezcló con el tesoro escondido en el disco. Las palabras se mezclaron en tanto las fuentes se vaciaban agradeciendo por el momento, 80 años no ocurren todos los días.

domingo

Haciendo fuego

El fuego es un ser vivo, respira y se consume todo lo que está demasiado cerca de él, nos calienta durante las noches frías siendo motivo de reunión ante las sombras que se apartan de sus dominios y también genera ciertas elucubraciones cuando uno se ha quedado solo viendo al interior de la pira que arde con la misma pasión que nuestras vidas. El libro aguarda que se avance en un capítulo más, la perra viene a ver qué puede llegar a recibir una vez que la carne yace sobre el asador, confundiéndose las funciones para que el cocinero sea nombrado así aunque a nadie le importe. La soledad de las páginas que pasan, otra presencia asoma de vez en cuando para ver el avance del menú de aquel domingo frío pero templado al lado del fogón. Del lado opuesto del cerco un comensal canino se acerca para esperar que le tiren algo, tanto como la lluvia que ansía la tierra en las épocas de calor tórrido obligándonos a estar dependiendo de las vueltas incesantes de una máquina que termina aturdiendo las mentes. Al final el almuerzo se irá para complacer a los espectadores, dejando que las brasas se ocupen de las partes que se han resistido hasta que estas también tomen su lugar sobre la porcelana y toque guardar los elementos de esta obra colosal.